Durante el embarazo, hasta un 30% de las mujeres padecen dolor en la zona lumbar, o ciática -dolorreferido o irradiado a la pierna-.
En la inmensa mayoría de los casos, el dolor surge como consecuencia de la contractura de la musculatura de la espalda, que puede causar dolor por varios mecanismos. Una vez que el dolor ha aparecido y con independencia de los factores que lo desencadenaron, un mecanismo neurológico puede hacer que persista hasta el final del embarazo o también que aparezca dolor referido a la pierna.
Sólo excepcionalmente el dolor es consecuencia de una alteración orgánica de la columna vertebral. Dentro de su rareza, la alteración orgánica que aparece con mayor frecuencia durante el embarazo es la hernia discal y los estudios realizados demuestran que ocurre en menos de uno de cada 10.000 embarazos.
Tras el parto también es frecuente sentir dolor en la zona baja de la espalda. Muchas veces se debe a uno o varios de los mecanismos musculares, pero a veces es provocado por una luxación del coxis.
¿Cómo prevenimos el dolor de espalda durante el embarazo?
1. Estando activas y evitando el reposo salvo que sea necesario por motivos médicos.
2. Cumpliendo las normas de higiene postural.
3. Realizando ejercicios para entrenar y fortalecer los músculos cuyo funcionamiento depende la espalda.
Algunos autores recomiendan el uso de fajas pélvicas (es decir, no colocadas alrededor de la cintura, sino rodeando las caderas) para ayudar a los glúteos en su función. Aunque de momento no hay estudios que demuestren su eficacia, pueden usarse durante el embarazo o después del parto, cuando el dolor se acrecienta en la articulación posterior de la pelvis.
¿Qué factores pueden aumentar el riesgo de dolor de espalda durante en embarazo y parto?
Principalmente los siguientes:
1. Relajación de la musculatura abdominal.
La relajación de la musculatura abdominal hace que la embarazada se arquee hacia atrás -en postura de hiperlordosis y use excesivamente la musculatura de la espalda para mantener su equilibrio.
2. Hiperlordosis.
La hiperlordosis aumenta la carga que soporta la columna vertebral y sobre todo, obliga a la musculatura de la zona lumbar a hacer un mayor esfuerzo del que sería necesario, lo que facilita su contractura y puede desencadenar dolor en esa zona o dolor referido a la pierna.
En algunos casos también puede sobrecargar la articulación facetaria y ésta puede llegar a dañarse y provocar un síndrome facetario.
Este síndrome también puede causar dolor en la zona lumbar y dolor referido a la pierna. Sin embargo, habitualmente es preciso mantener la sobrecarga durante un período de tiempo mucho mayor que el que dura un embarazo para que dicha articulación llegue a verse afectada, por lo que difícilmente puede aparecer dolor debido a este mecanismo en el embarazo si la articulación estaba previamente sana.
3. Falta de potencia de los glúteos.
En condiciones normales, lo glúteos estabilizan la pelvis y aportan un apoyo estable a la columna lumbar.
Durante el embarazo, al aumentar de peso y variar la postura de la columna vertebral, la musculatura glútea debe se lo suficientemente potente para estabilizar la articulación sacro-ilíaca que fija la columna a la pelvis, para así evitar el posible dolor en la zona lumbar baja y las nalgas.
4. Sedentarismo y el reposo.
Por motivos ginecológicos, algunas mujeres deben guardar reposo durante el embarazo. Otras lo hacen por hábito, sin motivo médico que lo justifique.
El sedentarismo y el guardar reposo son en sí mismos factores de riesgo para que aparezca dolor de espalda y dure más.
En condiciones normales, los nervios detectan el grado de tensión de la musculatura. Esa información sirve para ser constante y automáticamente consciente de la postura del cuerpo, lo que contribuye a mantener las posturas de la forma más correcta y con el menor trabajo muscular. El reposo deshabitúa a esos nervios y dificulta su función, por lo que facilita la adopción inconsciente de posturas incorrectas y la sobrecarga de la musculatura.
Existen reflejos que coordinan la musculatura abdominal y la de la espalda para mantener correctamente el equilibrio en reposo y más todavía en movimiento. El entrenamiento y la actividad mantienen en buen estado esos reflejos.
El sedentarismo y el reposo provocan con relativa rapidez una pérdida de fuerza y masa muscular, y con ello aumenta la probabilidad de que la musculatura se sobrecargue o lesione.
5. El aumento de peso.
En un embarazo normal en el que la madre sigue una dieta correcta, el aumento de peso no es relevante hasta más allá del 5º mes y no suele exceder un total de 8 kilos.
El aumento de peso hace que la musculatura de la zona lumbar deba trabajar más y agrava la tendencia a su contractura desencadenada por la relajación abdominal, la lordosis y el reposo, especialmente si ya antes del embarazo la musculatura abdominal y de la espalda no eran potentes.
6. Los conflictos de espacio.
El aumento de volumen del útero y la congestión de la pelvis pueden facilitar la compresión de una raíz nerviosa y provoca ciática.
7. El parto.
Es muy frecuente padecer dolor en la zona baja de la espalda durante el parto e inmediatamente después. Varios mecanismos pueden causarlo:
- Esfuerzo muscular: Algunos partos pueden suponer un esfuerzo importante, que puede causar una contractura muscular capaz de mantenerse durante varios días.
- Alteraciones en las articulaciones de la pelvis. Durante el parto, la pelvis se dilata para permitir la salida del feto. En condiciones normales, esa dilatación es mínima y se produce por la relativa separación de los huesos que forman el pubis, en la parte anterior de la pelvis. El desequilibrio relativo entre el diámetro de la pelvis de la madre y el tamaño del niño es una de las causas que pueden producir una dilatación excesiva de la pelvis. Esta dilatación puede afectar a las articulaciones sacroilíacas, en la parte posterior de la pelvis, que son las que unen la pelvis a la columna vertebral. Si eso ocurre, puede aparecer dolor y contractura muscular en la zona lumbar baja y las nalgas.
- Excepcionalmente, el esfuerzo del parto puede desencadenar una fisura, protrusión o hernia discal. En ese caso, puede aparecer dolor en la zona baja de la espalda o ciática (dolor irradiado a la pierna).
- Luxación del coxis. Si durante el parto el paso del feto empuja el coxis hacia atrás, estirando o rompiendo fibras del ligamento que lo une al sacro, el coxis puede quedar desplazado. Es lo que se denomina luxación del coxis y puede producir un dolor intenso en la rabadilla, al final de la columna vertebral, sobre todo al sentarse sobre una superficie dura.